COMAMOS MEZQUITE
por Susana Montesinos
Cocinar y comer del fruto de los árboles que crecen en el lugar que habitamos nos vincula con los procesos vitales que ahí se desarrollan y nos permite sentirnos parte de él. El mezquite (Propis spp.) ha participado de la vida de las tierras áridas de México por milenios, siendo especie clave de sus ecosistemas y base de la alimentación de sus pobladores. Las raíces de este magnífico árbol pueden penetrar el suelo muy muy adentro (hasta 50m en el caso de los ancianos) permitiéndole bombear agua profunda y llenarse de follaje cuando todo en la superficie es seco e inhóspito. Gracias a la forma de su copa y al relieve de su tronco, que se continúa en larguísimas raíces, regresa el agua a los mantos freáticos, cumpliendo una función ecosistémica fundamental. Bajo esas profusas copas se generan microclimas donde una diversidad de formas de vida vegetal y animal encuentran las condiciones para prosperar, creándose verdaderas “islas de fertilidad” que dinamizan el movimiento de un está viva y cargada de los minerales que arrastra de las profundidades.
La vaina del mezquite se puede aprovechar como alimento en una variedad de formas, como explicamos en EMPEZANDO A COCINAR Y COMER CON MEZQUITE. Es un producto silvestre, puesto que se obtiene de la naturaleza sin intervención del hombre, con una genética ancestral que lleva milenios adaptada a los cambios que han tenido lugar en los paisajes áridos, convirtiéndolo en un alimento salvaje, como pocos de los que hoy día forman parte de nuestra alimentación.
Comer mezquite es una buena forma de cuidar nuestros paisajes, el agua que los llena de vida y los seres que los habitamos. Expresar las bondades culinarias y nutritivas de la vaina del mezquite en recetas fáciles y sabrosas es el compromiso de AMAMESQUITE con la regeneración de nuestros suelos y con una alimentación que arraiga y tiene sentido para la gente y su tierra.